miércoles, 1 de octubre de 2008

NO A MI

No me queda mucho que decir.
Ayer lo di todo,
lo dije todo.

También saboreé
lo amargo;
y lo dulce,
¿ por qué no ?

Vi luciérnagas en tus ojos
cuando otros sólo veían crepúsculos.

Atrapé cada espiga de tu verano
y enramillé,
sediento,
guirnaldas alrededor de tu cuello.

Paseé tus laderas,
a veces dócil
y
a veces agresivo,
y paraba a beber,
cansado,
divertido,
alborotado,
donde se encierran tus deseos.

Te lo di todo,
desproporcionado,
sí,
pero todo:
lluvia, flores,
sueños, paseos,
cantos, espejos,
acentos...,
con la trementina del novicio
que desgarra,
ensimismado,
de su sangre,
los pétalos.

En las noches de insomnio
me descubrí vagabundo
por los senderos de la poesía.

La pasión, más tarde,
en tu boca, se desató errante,
siempre equívoca.

Por eso mi amor,
mi primer, mi último amor,
en mi descansan
los caballos de galope salvaje
y erizadas crines.
No me espantan
los demonios
que los cabalgan, en la noche,
con su furia efímera
y ebrios de búsqueda,
acecho,
contacto.

Te di mi niñez,
mi pubertad,
mi adolescencia.
El hombre,
se durmió a medio camino,
incompleto,
distraído,
perplejo.
No entendió, aunque quiso,
tu niñez,
tu pubertad,
tu adolescencia;
el hombre nunca existió.

No me perteneciste.
No a mi.

(Sant Pol de Mar, junio de 2000)

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