lunes, 23 de noviembre de 2009

EN EL ÚLTIMO DÍA ME COGISTE DE LA MANO

Nuestro desayuno no estaba contemplado
en el presupuesto de este 21 de noviembre.
Que quisieras que el día
comenzara como todos los días
fue otro de los maravillosos momentos,
pequeños valiosos regalos tuyos.

Salimos calmos de Granvía hotel.
Los detalles de las últimas horas
nos esperaban en las calles, por las calles.
Una parada en Foto Panorama
nos regalaría en imágenes nuestra memoria
mientras bajábamos por Passeig de Gràcia.

Me cogiste de la mano, en carrer Comtal,
en el último día, camino de Desigual.
Rozaste tus dedos en mi mano
con diligencia enternecedora
recordándome que nos separaríamos
en unas pocas horas.

Marlboro extralargo en Fontanellas
de subida a nuestro café en Caspe.
Unas miradas en silencio.
Una ojeada a los negativos.
Un dolor intermitente.
La habitación reclamaba su abandono.

Todo recogido,
guardado en maletas, maletines y bolsas.
Un recorrido por toda la estancia.
Besos, abrazos antes de salir.
Un taxi, una parada en Viladomat
y una amargura camino del aeropuerto.

Te fuiste con un largo abrazo,
con unos besos de no quiero marchar
y un “nos vemos esta noche en la cena”.
El aerobús se me antojaba el instrumento de regreso a la soledad.
Te lloré sin silencios.
Me alivié pensando ya en diciembre.

Barcelona, 23 de noviembre de 2009

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