sábado, 24 de enero de 2009

HOMBRES

Me gustáis vosotros,
hombres temerosos de vosotros mismos;
con vuestro sexo como coraza,
con vuestra vulnerabilidad como destreza,
zafados al enjuto vaso derramado de vino
en mesa de desnudo mantel.

Me asombráis vosotros,
hombres pensativos,
encerrados en vuestros muros
con el tacto del alacrán, de la avispa,
con la vista desnuda,
alejada allá, en el más allá.

Y vosotros, hombres sin piedad,
ateos, profundos, oscuros,
que derramáis mi perspectiva por los suelos,
sin alientos, desenvainados,
me amalgamáis
con las fuerzas del ídolo más querido
y más odiado.

(Barcelona, mucho tiempo ya)

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