No eran buenos momentos para la lírica.
Salía de la misma forma que entraba.
El hastío, compañero en las últimas batallas.
Rectas, curvas o elípticas.
Te vi y te reconocí.
Vestías de drogas trasnochadas.
Me atreví, vistiendo tu mismo atuendo,
para invitarte a más.
Apareciste ante mi
porque tenía que ser así,
porque ya no había más, porque de donde venía,
tu no estabas y te esperaba.
Salía con el entusiasmo de verte llegar.
Despojado de inhibiciones.
Osado para el encuentro, para alargar la noche.
Tirando por la borda cualquier hemorragia.
Eres el que llegaba y se marchaba.
El que me decía: ¿nos vamos ya?
Eres la madrugada del 10 de julio
y eres esta noche, y esta otra, y la de más allá.
Barcelona, 2 de agosto de 2010
lunes, 2 de agosto de 2010
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