miércoles, 28 de julio de 2010

LA HORA

Te quedaste llagado en mis ojos.
Sombra que nubla mi paisaje.

Te retuve ensortijado entre mis muslos.
Donde ahora queda vacío.

La ventura me susurró
que te dejara partir al galope
sin más pausas.

Abandono la creencia de tu mundo.
Bruma que te hace desaparecer,
te silencia y me sentencia.

Fue en agosto y fue en enero.
Fuiste la sonrisa y fuiste la amargura.

Te dejé marchar porque me alejé.
Te dejé marchar para vivir.

Decidí en la hora precisa
la ausencia, la distancia, el silencio.

Barcelona, 28 de julio de 2010

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