Dejé de querer ser
rescatado
por cualquier
hombre.
Cualquier hombre
era suficiente
porque así creí
que estaba pronosticado.
Dejé de ser
ceniciento
de mis cuentos sin
hadas.
Enredado en mis
guirnaldas ansiaba.
Tejiendo con
pétalos el mejor atuendo.
Dejé de prestar mi
cuerpo a la ciencia – noche - ciencia.
Lo supe cuando me
cansé.
Fui préstamo con
devoción.
Me cansó lo
monótono de la noche – ciencia – noche.
Así lo hacía.
Desde mi torre
esperaba.
Barcelona, 15 de enero de 2013